¿Dónde queda la dicha?,
preguntaban
los ángeles más jóvenes.
Nadie decía nada.
Posados en la luz
del rosal, preguntaban
los ángeles tenaces.
Los más viejos, callaban.
Iban y venían
de la nube a la rana
y siempre, ángeles tercos,
preguntaban.
Esta tarde el otoño
entró en la casa.
Cerró la puerta. Afuera
quedó sola la esperanza.
Desde el alto baleen
los ángeles miraban
el ir y venir de las
hojas martirizadas.
Los más pequeños, serios,
yA no preguntan nada
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