lunes, 13 de julio de 2015

EL CUBO VENERADO Y SECRETOS SIN AIRE

El cubo, sólo el cubo, las letras y los números
anteriores, ausentes del diluvio;
el grito mecánico, la sierra de paloma forzada,
el cubo abierto y no se te ocurra volver
a la lira de acero, a la bella guitarra sin atardecer.
Los doctores de manos pentecostales
abren la música de afuera, la otra, sí, la otra,
no el preso de su canción, la otra
la de los perros quemados o la casa de tinta
de los mutilados en un jardín
con rejas.
Hacia el juez quiere ir la palabra
escupiendo hacia afuera,
hacia los cerrados ojos episcopales
y sólo queda la corbata ardiendo, dibujada,
las líneas del amor cúbico
sin aire, sin el otro templo de los redentores,
los cerdos de veneno blanco.


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