“Sennores pra el camino dat al de Villasandino”.
A Mauricio López
Has perdido tu sombra, alma que fuiste mía.
Ya no verá cruzar los grandes pájaros celestes
que reparten la corola centelleante del cielo.
Esplendores del día, nubes gloriosas,
dadle para el camino.
Estará en al taberna;
jugará con el dado de oro de la muerte.
O no estará. Monarcas de las encrucijadas
dadle para el camino.
Verá su última tarde. Verá un río que vuelve.
Topacio de la guerra, lanza de niebla
dadle para el camino.
Quien fue ángel destroza interminablemente
su espada negra. Dadle,
dadle para el camino.
Y cuando llegue, ciego,
a la puerta que arde entre el cielo y su frente,
dadle, dadle para el camino.
No subas amor a esa nave.
Nave de madera amarga
con un rey muerto, amarillo.
No subas en esa nave.
Río de peces que gimen,
¿adónde irá ese barco sin marino?
No va hacia donde van los navíos.
(El viento apaga el crepúsculo).
No subas en esa nave
que va muerta por el río
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